martes, 28 de septiembre de 2010

Curiosidades: Polybius

Hoy vamos a hablar de uno de los casos más controvertidos de la historia de los videojuegos, una leyenda urbana quizá, pero que nunca nadie ha conseguido demostrar que efectivamente es leyenda urbana.

Estoy hablando del supuesto juego Polybius. Esta es una ¿leyenda? bastante conocidilla, pero para aquellos vosotros que no la sepan, procederé a contar un poco de qué iba el tema, porque es cuanto menos escalofriante.
Procedo a contar lo que teóricamente pasó:

Porland, Oregon, 1981. En esa ciudad se estrena una recreativa llamada “Polybius”, a priori un juego normal, que creaba una adicción brutal, al punto de que se formaron largas colas de chavales impacientes por jugarla. El juego era un shooter un poco en la línea del Tempest, pero se dice que contenía mensajes subliminales que el jugador iba almacenando en su cerebro. Además, en vez de ir los típicos representantes de las compañías a evaluar las ganancias de las máquina, venían unos “hombres de negro” a recoger datos sobre ella, lo que llevó a especulación de que el gobierno tenía que ver algo en esto.

¿Cuál fue el problema? Que supuestamente la máquina producía efectos secundarios, tales como amnesia, insomnio, pesadillas, terror nocturno,e incluso, el suicidio. Se decía que los jugadores que la probaban acababan queriendo no volver a jugar nunca más a un videojuego.

Se supone que la compañía lanzadora del juego sería una empresa llamada Sinneslöschen (“borrado de sentidos”), y que el jefe de la misma sería un tal Ed Rotberg. Nunca se ha tenido certeza de este hecho, de hecho ni siquiera existe una compañía llamada así.

Nadie sabe exactamente de dónde viene esta leyenda. Algunos expertos piensan que fue una leyenda urbana que se fue exagerando a partir de una noticia de que una versión tempranera del Tempest producía epilepsia y vertigo, lo cual sí llegó a ser verdad. Otros en cambio dicen ser poseedores de una ROM del juego, pero ninguno de ellos (casualmente) ha llegado a publicar la ROM.

El asunto se fue olvidando un poco en el tiempo hasta que el año 2003 la revista GamePro volvió a hablar del tema, y a analizarlo, confirmando que la leyenda era “inconcluyente”, y que por tanto, no podían ni afirmar ni rechazar la existencia de esta historia, lo cual llevó a mucha especulación y a que de nuevo se volviera a hablar del Polybius, al punto de que se llegó a filtrar una supuesta imagen de la pantalla de inicio del juego, la cual os pongo a continuación:



También han ido rulando por ahí dos fotos de la teórica máquina, lo cual tiene un gran porcentaje de posibilidad de que sea fake, considerando lo fácil que sería organizar el mismo.



El asunto ha llegado a ser tan popular que incluso los Simpson se permitieron lanzar una puyita al respecto en uno de sus episodios hace unos años:



En marzo de 2006, un tal Steven Roach apareció de la nada en los foros, para intentar dar un poco de (teórica) luz al asunto. Según él, fue una compañía sudamericana la que hizo el juego, el cual pretendía que estuviera dotado de gráficos imaginativos y originales. El problema es que los gráficos efectivamente generaban epilepsia y otros efectos. Este testimonio acabó lanzando serias dudas ya que el mismo Roach se contradijo en varias ocasiones en una entrevista que se le hizo.

En el año 2007, la página http://www.sinnesloschen.com/ se hace online, con una supuesta versión del Polybius para descargar y jugar. El juego lo podéis bajar vosotros mismo, y hay varios videos en youtube al respecto, de los cuales voy a poner uno. Lo que se aprecia a la legua es que es fake, porque en el año 1981 es imposible que una máquina mostrara unos colores de tal viveza, por muy “imaginativo” que fuera el juego.







Y a partir de ahí, otra vez el silencio. Y ahí está el problema del Polybius, nadie ha demostrado con claridad la existencia del juego, pero tampoco nadie lo ha hecho desmintiéndola. Hasta que salga algún testimonio real (digo yo que seguirá habiendo gente por internet que jugara en Oregon en 1981), seguiremos esperando, y quién sabe, quizá nos llevemos una sorpresa.

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